Cada día que despierto es un nuevo comienzo, es volver a respirar mientras camino por una rutina que decidí tener, mientras acoplo mis pensamientos con mis pasos. Hay atardeceres en los que desearía perderme y no despertar más. Me convertí en un fantasma, en alguien que no tiene ganas de nada. Perdí el ímpetu por la vida, por los sueños, por el simple amor. Hace un año atrás me escondí en el alcohol, ahora ya no lo puedo hacer, no encuentro la forma de irme y solo desaparecer.
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