Dulces pecaditos de arandano,
que vagan entre tu mano y la mia,
como gotas de lluvia entre mis ojos que caen
para danzar en este humilde amor.
Pequeño hombresillo de azucar,
rodeando sigues mis piernas,
asustado e intempestuoso,
para besar mis labios, acariando el sueño,
y echar a roncar las fantasias.
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