Hacía ya tiempo, se venia viendo que la ausencia era cada vez más invasiva. Un día me vi construyendo con tablones y cuerdas un puente, juntando entre nudos el camino que me llevará a tu país. Desesperada, entre el verano caliente de hermosillo y el invierno cálido de enero, seguía diseñando la obra de arquitectura más increíblemente vista, un puente forjado en el abismo. El único propósito, darme ese aire de esperanza que tanto añoraba mi piel, deseaba sentirme no derrotada, quería pensar que tu seguías esperando por mi vuelo.
Hubo un tiempo que cambie de mentalidad, pase de ser una mujer cuerda a una mujer delirante y alocada, proyectando cada ironía en mi vida diaria, haciendo que todo tuviera un sentido abstracto. Un día desperté y todos me miraban con susto y lastima. Había atentado contra mi vida por primera vez. Me dieron la oportunidad de empezar a escribir de nuevo mi historia, solo me bastaba una cosa para hacerlo, tu recuerdo, imaginar tus ojos, recordar ese amor que me inyectaba energía en las venas. Seguía teniendo el mismo nombre, pero más edad, y así me alcanzo la madurez física, el cuerpo se ensancho, la piel se arrugo, la sensatez me acompaño más tiempo, como si no me soltará la mano ni para dormir. Hoy a pesar de pasar los años, así como pasa un huracán, tan intempestivo y destructor, así caminó mi vida, pensándote, si lo acepto a veces alcoholizada y otras tantas depresiva. Lo que queda de mí, te ama.. siente la necesidad de esperar aquí sentada, por un anhelo de fe, que encienda mi esencia, para borrar tanto dolor, y seque mis lagrimas, quiero que seas el único invitado a mi final. Tengo muchas ganas de renacer, de ser alguien tan distinto al que soy. Ya no es divertido pelearme con la vida, quiero volverme a mirar al espejo y ver que aun queda algo de mi, digno para morir.
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